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“8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas de ocio”

Si hubiéramos vivido en plena época de la industrialización, en el siglo XIX, nuestra jornada laboral hubiera estado entre las 12 y las 18 horas. La llegada de la revolución industrial transformó la vida laboral tradicional imponiendo largas jornadas y condiciones de trabajo cercanas a la esclavitud.

El tema de las 8 horas laborales no es algo moderno, ya en España el rey Felipe II allá por el año 1593 mandó publicar un edicto real en el que establecía el tiempo de trabajo en 8 horas

“Todos los obreros de las fortificaciones y las fábricas trabajarán 8 horas al día, 4 por la mañana y 4 por la tarde. Las horas serán distribuidas por los ingenieros según el tiempo más conveniente, para evitar a los obreros el ardor del sol y permitirles el cuidar de su salud y su conservación, sin que falten a sus deberes”.

Edicto Real Felipe II


Al llegar la revolución industrial, la mano de obra vió aumentada su jornada laboral de manera abrupta, obligando a los trabajadores a realizar horas y horas de trabajo sin descanso. Además se utilizaba la mano de obra infantil, algo que, desgraciadamente, sigue siendo una práctica común en algunos países.

En Estados Unidos se aprobó una ley que regulaba las horas laborales para trabajadores federales; sin embargo, esta ley nunca se llegó a aplicar. Los obreros de las fábricas veían mermada su salud a causa de las pésimas condiciones de trabajo que soportaban, entre ellas, los exhaustivos turnos que se veían obligados a realizar sin apenas descanso.

“Por este y otros motivos el 1 de Mayo de 1886 miles de manifestantes salieron a las calles a reclamar mejoras laborales, teniendo como lema: “8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas de ocio”.

Durante varios días las protestas continuaron hasta que el 4 de Mayo un explosivo acabó con la vida de varios policías. Hubo ocho detenidos y cinco de ellos acabaron condenados a muerte. Se convirtieron en los “Mártires de Chicago” y, en 1889, la 2ª internacional socialista estableció el 1 de Mayo como el día conmemorativo de la jornada de 8 horas y las demandas del movimiento obrero.


En España las 8 horas laborales llegaron de la mano de una huelga llevada a cabo en Barcelona en 1919 por los trabajadores de “La canadiense”, una operadora eléctrica de Riegos y Fuerzas del Ebro que pertenecía al Canadian Bank of Commerce of Toronto. Las protestas comenzaron debido al despido de 8 empleados por iniciar un sindicato independiente. A la protesta se acabaron uniendo muchos trabajadores del mismo sector.

Después de 44 días de huelga, el 3 de Abril, el gobierno firmó el decreto que fijaba la jornada laboral máxima en 8 horas diarias y convertía a España en el primer país de Europa que lo establecía por ley.

Por supuesto, hoy en día, los retos y cambios laborales a los que nos enfrentamos son diferentes y aún quedan cosas por hacer, pero sin duda, sin esos hombres y mujeres que decidieron intervenir para acabar con muchas injusticias laborales y luchar por unas mejores condiciones, no se habrían conseguido muchas cosas, como por ejemplo, la jornada laboral máxima de 8 horas.



Merece la pena, por tanto, echar la vista atrás en la historia y conmemorar el 1 de Mayo como el inicio de una revolución que cambió el mundo para siempre.


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