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Día de los abuelos

Cuando hablamos de abuelos y abuelas, lo asociamos a la vejez, a un ritmo de vida más lento y tranquilo, a tardes de parque, comida hecha con esmero, recuerdos de momentos pasados, veranos en el pueblo…


Los abuelos y las abuelas generalmente han tenido un lugar especial en la familia, aunque, es verdad que este lugar y la relación con ellos ha cambiado conforme ha ido avanzando la sociedad.


Desde hace unos años se está intentando cambiar su rol buscando alternativas que no los excluya, sino que los vincule desde otro punto de vista y puedan seguir aportando y sintiéndose útiles.



Puede que sean mayores, pero muchas personas de edad avanzada, y que gozan de una buena salud, pueden seguir realizando muchas labores.

A lo largo de la historia, la figura de las personas mayores ha ido teniendo luces y sombras en función de la cultura social y el concepto de juventud y belleza que ha ido dándose en cada época.


En la prehistoria se consideraba a las personas ancianas, que para las gentes de aquella época eran las que habían llegado a cumplir los 30, de gran sabiduría. Eran transmisoras de conocimientos y referentes para lxs más jóvenes. Solían ser chamanes y brujxs y ocupaban los lugares más altos en la jerarquía social.


En la antigua Grecia, seguían viendo a la persona anciana como una fuente de sabiduría, pero debido al auge por la preocupación de conseguir la perfección, el culto al cuerpo y la belleza, la vejez y la muerte empiezan a ser temidas. La mujer quedó relegada a un segundo plano siendo solo importante en la vida doméstica.


Con el imperio romano la sociedad dota de gran autoridad a los más mayores, llegando en la época de la República a delegar el poder político a los hombres de avanzada edad. Posteriormente, aunque no fue un sentimiento completamente generalizado, se menospreció a los ancianos.

El cristianismo mira de nuevo la vejez de una forma negativa haciendo que pase a ser una etapa de la vida que la sociedad rechaza, de hecho la mujer vieja y sola era apartada socialmente.

Durante la Edad Media, debido a la gran importancia que se le da a la fuerza, lxs ancianxs se consideran débiles y, por lo tanto, en la escala social, la iglesia los colocó entre lxs enfermxs y desvalidxs. Sin embargo, las personas de avanzada edad podían formar parte del colectivo eclesiástico y retirarse en un monasterio.

Esta época, pese a considerar a estas personas como eslabones débiles, se caracterizó también por la protección de la familia y sus componentes más mayores.


La peste bubónica trajo un montón de muertes, sobre todo de adultos jóvenes y niños, lo que contribuyó a que los ancianos volvieran a ganar status social, político y económico.


Fue en el Renacimiento y el resurgir de la cultura clásica lo que hizo que se generara nuevamente el rechazo a la fealdad, la imperfección y la vejez. La mujer vieja se representaba en el arte de este periodo con exageradas expresiones de fealdad y arrugas.

En esta época surge la imprenta, lo que hizo que la memoria oral, que había pertenecido siempre a lxs mayores, dejara de ser imprescindible.

De la llegada del mundo moderno y el consecuente traslado del poder político al pueblo, nace la figura del funcionario y el concepto de jubilación. Prima el trabajo por encima de todo. Es aquí, cuando el cuidado de los ancianos pasa de ser exclusivamente responsabilidad de las familias, a ser también de los poderes públicos.


Con el mundo contemporáneo y la enorme transformación que sucede en la sociedad, a las personas mayores les cuesta adaptarse y progresar. Como consecuencia de esto, la vejez vuelve a tener una connotación negativa. Al aumentar la esperanza de vida y con ellos el número de ancianxs se generó una necesidad de más asistencia médica.


La disminución de la natalidad, la liberación femenina y su liberación sexual, el uso de la píldora anticonceptiva y demás factores, hace que el modelo de familia se transforme y por ende su estructura. Empieza a darse el fenómeno de la soledad en las personas mayores.



Actualmente el aumento de la población anciana es una preocupación. Sin embargo, hay países, sobre todo asiáticos, que tienen un enorme respeto por sus mayores y quieren que sigan formando parte activa en su sociedad y cultura.

En Japón, por ejemplo, existen agencias de empleo para jubilados y centros educativos para niños y mayores de manera simultánea.



En algunos países latinoamericanos, los ancianxs que han desarrollado una actividad creativa y/o artesanal pueden seguir ejerciendo hasta que su salud se lo permita, sin tener que verse forzados a retirarse cuando la sociedad se lo imponga.


En Europa, en concreto en Francia, se realizan programas para que los ancianos enseñen oficios a los jóvenes.

Lo que cada vez está más claro, es que la edad no debe limitarnos. Siempre y cuando la salud acompañe, “llegar a abuelx”, no quiere decir condenarse al olvido, pues muchos ancianxs todavía tienen mucho que demostrar y pueden seguir aportando infinidad de cosas al mundo.


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