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El cacao, un superalimento a lo largo de la historia

El cacao es uno de los alimentos con más propiedades reconocidas del mundo. Su fruto contiene más de 50 nutrientes y componentes bioactivos que tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que aportan beneficios a la salud, siempre tomado regularmente, evidentemente, con las cantidades adecuadas y sin añadir azúcar.

Entre las principales propiedades del cacao encontramos:

  1. El cacao mejora el humor. Su consumo hace que nuestro cuerpo libere hormonas como la serotonina y endorfinas, encargadas de producir un sentimiento de calma y bienestar.

  2. Su consumo habitual regular la presión arterial aumentando el flujo de sangre.

  3. Ayuda a mantener la microbiota intestinal: el consumo frecuente promueve el crecimiento de bacterias sanas en el organismo y beneficia el sistema inmunitario.

  4. Contribuyen a perder peso. Sus compuestos regulan el metabolismo hormonal, mejoran la resistencia a la insulina, reducen la síntesis de ácidos grasos e incrementan la producción de calor en el tejido graso.

Pero la consideración del cacao como superalimento con múltiples beneficios para la salud no es un descubrimiento moderno de nuestros días.


Cuenta la leyenda azteca que el cacao era el árbol más bello del paraíso de los aztecas. A él le atribuían virtudes como calmar el hambre y la sed, proporcionar sabiduría universal y la cura de enfermedades. Además, utilizaban sus semillas como moneda de cambio: 200 semillas podían cambiarse por un pavo y 3 semillas por un aguacate.

La primera civilización que empezó a cultivar el árbol del cacao fueron los mayas, hace más de 2.500 años.

Para esta civilización, el fruto simbolizaba vigor físico y longevidad y los médicos y chamanes lo recetaban como medicina relajante, estimulante y reconstituyente. Asimismo, con la manteca de cacao elaboraban una pomada que aplicaban para curar las heridas.


Fueron los mayas quienes crearon el primer brebaje que tenía como protagonista el cacao: la llamaron “chocolha”. Se elaboraba con las semillas de cacao y de diferentes formas y aromas: más líquido o espeso, con más o menos espuma, con miel, maíz o chile picante y su consumo estaba reservado exclusivamente a nobles y reyes.


En España, el cacao no llegó hasta el año 1524 de mano de Hernán Cortes que envió el primer cargamento. Quizá por el amargor que lo caracteriza, no fue un fruto al que se le prestara mucha atención en su llegada. Hasta que no lo mezclaron con miel o azúcar y con especies, como la vainilla y la canela, no se convirtió en una semilla interesante, que pasó a ser consumida en la corte y a la que se atribuían propiedades saludables y medicinales.


Se mantuvo casi un siglo en España, sin ser compartido con el resto de Europa, hasta que el 1615 llegó a París a las manos de Luís XIII. De ahí se expandió por toda Europa y ello originó una gran actividad cultivadora y aumentó su popularidad de generación en generación, hasta nuestros días.

Actualmente, el 70% del cacao que se consume a nivel mundial procede del África Occidental (Costa de Marfil, Ghana).

Sin duda alguna, el cacao es un producto extraordinario que seduce los paladares desde hace muchos siglos y con propiedades más que agradecidas para nuestro cuerpo. Un producto que, gracias a la cantidad de buenas combinaciones que tiene con otros ingredientes y a las múltiples opciones de elaboración, nos acompaña en nuestro día a día, tanto en momentos cotidianos, como en ocasiones especiales.







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